El espacio de la ciudad se ha vuelto un espacio de combate abierto. Todas las crisis de las últimas décadas dejaron expulsiones y huellas, y hay que recuperarlas. Esto también demuestra que la ciudad se ha vuelto rígida, y por eso puede "romperse" más fácilmente. Al ir perdiendo su urbanidad, aunque aumente su densidad de edificios, se afecta su capacidad de longevidad. Vamos completándola más y más, y va perdiendo esa flexibilidad que le da supervivencia, que le permite ir cambiando.
saskia sassen